CIUDAD
DE LA JUVENTUD[1]
A Vidaluz
I
(El
Viaje)
Mientras el helicóptero hacia un
torniquete con sus hélices
al aire
miraba hacia abajo serpentear los
caminos
sobre el manto freático
en medio de una geografía
densamente poblada de guásimos,
guayabos, ceibos y
madroños
con grandes extensiones de
rastrojos
que son matorrales altos y
apiñados
El
agua de los ríos
desde el aire es azul tornándose
grisácea en las orillas
y tiene médanos similares a
isletas
También volamos a la par de las nubes
atravesamos cirros y
nimbostratos, blancos y plomizos.
Casi 40 minutos de viaje
En que caviloso ordenas las
vicisitudes del alma y los
recuerdos.
“Vas
a la ciudad de la juventud”
(me
dijo el Comandante Salvatierra antes de salir)
Al derredor asoman casitas
con techos de zinc en los que el
sol destella
y sobre una tierra blanca y
pedregosa
el aparato posó suavemente.
La pista está llena de muchachos
que corren detrás de una pelota
sudorosos y sin camisa.
Es una actividad deportiva
que se realiza los viernes por la
tarde
---me
explica el Teniente Marenco---
Aquí los muchachos juegan
y se preparan para el combate.
En la noche cuando aparece una
guitarra
se agrupan y cantan
o van al río a pescar con
atarrayas y anzuelos.
II
(La esperanza)
Cuando acabe esta guerra
vendrán muchachos a conocer la
siembra
tal vez aquí
edifiquen una escuela de
agricultura,
un campamento de exploradores
donde niños aprenderán juegos,
canciones y poemas.
y bajarán al río
por el lugar donde sufrí la
remembranza.
Talvez aquí se amen las futuras
generaciones.
Y a los hijos de mis hijos
será difícil hacerles entender
que este lugar lo visitó la
muerte.
Mirarán incrédulos
escudriñando al fondo mis pupilas
y creerán que es la vejez la que
me volvió sentimental.
[1] José Mendoza
Silva. Cuerpo a Tierra. Managua. Editorial Nueva Nicaragua. 1ª. ed. 1996, pp.
36 – 37.
No hay comentarios:
Publicar un comentario